11 December 2017
En una article publicat a La Vanguardia, es posen sobre la taula un seguit d'experiències relacionades amb espais de coworking de la província de Lleida, i també es fa referència al projecte Cowocat_Rural.
El contingut de l'article:
"Crecen los coworkings rurales como contrapeso del éxodo juvenil
El tejido empresarial local se fortalece en estos espacios, que crean sinergias entre compañeros de trabajo con empresa propia
Sinergia y cooperación. Profesionales de distintos sectores comparten espacios y proyectos gracias a los llamados espacios de coworking. Muy comunes en las grandes ciudades, están cobrando importancia también en las zonas rurales, donde sirven de polo de atracción para emprendedores y ejercen de contrapeso al dañino éxodo juvenil.
Muchos espacios de este tipo han nacido bajo el paraguas de entidades locales y consistorios, aunque hay excepciones nacidas de la iniciativa de un particular. Es el caso de Martí Batalla de La Seu d’Urgell o Pere Bendicho de Alfarràs. Otros como los de Tremp y Lleida ciudad se han podido estrenar gracias al respaldo público.
Palau Cowork de la Seu d’Urgell es el proyecto impulsado por Martí Batalla. Ha dejado atrás su actividad en el mundo textil, con largas temporadas en Asia y muchos ratos en tren y avión, por un lugar desde el que ver las montañas del Pirineo de Lleida.
Tras muchos años en un proyecto de envergadura global, a los 46 años ha cambiado de aires y necesitaba nuevas rutinas motivadoras. “Cuando decidí trabajar en la Seu necesitaba un despacho para temas de consultoría y coaching y no quería estar solo, porque existe el riesgo de acabar trabajando desde casa y es preferible hacerlo al lado de otros emprendedores, reduciendo costes de instalación y ganando sinergias”, cuenta.
Algunos de los coworkers –los compañeros de trabajo– han llegado de fuera de la Seu d’Urgell. Batalla ha reunido en su centro a profesionales de coaching equino, consultores de comunicación, geólogos y empresas de servicios sociales. Muchos de ellos pertenecen a familias con enfermos o personas mayores a su cargo. La conexión por fibra del coworking les permite compaginar entorno rural con alta tecnología.
Albert Vilana es uno de los coworkers de la Seu. Ha optado por este modelo, dice, por tratarse de “un espacio compartido en el que surgen sinergias con la gente que hay dentro”. En su caso es muy claro el potencial para tejer complicidades: se dedica a comercializar experiencias turísticas poniendo en contacto a agencias locales con posibles visitantes.
En Alfarràs lleva funcionando un año otro espacio similar, promovido por Pere Bendicho. Ya están instaladas cuatro empresas y a principios de año se instalará una empresa más.
Emprendedores sin fronteras
La Incubadora de Tremp creada a partir de las peticiones de los jóvenes del municipio, que reclamaban un espacio desde donde poder trabajar o empezar su proyecto de futuro es otro centro de coworking. Ofrece mesas compartidas en un espacio amplio y diáfano, un despacho para reuniones, un espacio de cocina y cafetería. Como está dentro del centro cívico Tarraquet, los coworkers también disponen de salas de reuniones para 15 persones, un espacio de teleformación y un auditorio para 70 personas.
Carme Badia, la técnica de tecnología del Ayuntamiento de Tremp, relata que por la Incubadora han pasado ya profesionales muy variados. “Entre los que colaboran en nuestras actividades y cursos destacan los geólogos, ya que esta zona de la Conca de Tremp es mundialmente conocida por su diversidad geológica”, apunta.
Destaca también que algunos coworkers optan por este modelo para combinar el trabajo o los estudios con una afición vinculada a la naturaleza. Este es el caso por ejemplo de Ryan Lee O Kuinghttons, un programador que trabajaba para National Oceanic Atmospheric Administration (NOOA) a través de la Universidad de Colorado en Boulder (Estados Unidos).
“Ryan estuvo en La Incubadora dos veces, en las que hacia estancias de unos 4 meses”, recuerda. “Durante la mañana practicaba su mayor pasión, la escalada, y por la tarde iba a la Incubadora para aprovechar la diferencia horaria. Eso hizo que entablara relación con otros coworkers que estaban entonces en el espacio y a su vez pudiera conocer un poco mejor el país”, cuenta.
El coworking se ha asentado también en la capital de Ponent. Hace muy pocos días se ha inaugurado La casa de la fusta en el Centre Històric de Lleida. Se han instalado diez profesionales de la comunicación, la informática, el diseño, el coaching y la fotografía. Pagan entre 40 y 90 euros. “Los precios son absolutamente asequibles, porque lo que interesa es que los jóvenes creen sus empresas, sus propios puestos de trabajo”, afirmó el alcalde, el socialista Àngel Ros, en su inauguración.
Catalunya cuenta con una veterana asociación de espacios coworking, que engloba por ejemplo al de la Seu d’Urgell. Años después nació Cowocat.rural, para impulsar iniciativas específicas para el mundo rural. Se trata de un proyecto financiado con fondos comunitarios Leader que ofrecer una oportunidad nuevas salidas profesionales a emprendedores locales y a urbanitas que desean regresar al mundo rural o de instalarse en él, según explica el coordinador, Jaume Bages. “Queremos que nuevos perfiles profesionales tengan cabida en el mundo rural a través de los espacios de coworking, que son comunidades de profesionales que se retroalimentan generando sinergias”, sostiene."
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